En un seminario realizado en el ESEADE por el Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados de Argentinas, el jueves 15 de abril, el Lic. Inflacion crecienteAldo Abram manifestó que la inflación tenderá a acelerarse debido a que, las actuales autoridades del Banco Central y del gobierno tienen un diagnóstico equivocado de la enfermedad. Lamentablemente, dijo, esto llevará a recetar remedios que sólo agravarán las cosas y, de la actual suba de precios de algo más de 20%, pasaremos a más de 25% a fines de 2010 y nos ubicaremos bien por encima de 30% en 2011.

El diagnóstico

Durante este año, el Banco Central transferirá, no menos, de US$15.000 millones al gobierno para que siga aumentando en exceso el gasto público y, al mismo tiempo, pretende incrementar el crédito interno. Todo eso resultará en un exceso de emisión y, como pasa con todo aquel bien cuya producción es mayor a su demanda, el peso tenderá a caer de precio.

El problema, aclaró, es que la moneda es el metro con el que valuamos todos los bienes y servicios de la economía; por lo que, si lo achicamos, todo tiende a medir más. Por eso, se habla erradamente de suba generalizada de los precios para definir la inflación, cuando es la disminución del valor de la unidad de medida. En nuestro caso, el peso.

Alto impuesto inflacionario, un camino a la hiperinflación

En definitiva, el Banco Central termina cobrando un impuesto inflacionario que utiliza para comprar divisas y sostener el tipo de cambio, financiar al gobierno o aumentar el crédito interno. Lo malo es que la gente se va cansando de este regresivo tributo y empieza a disminuir su preferencia por atesorar pesos; por lo que, all caer su demanda; se incentiva una mayor depreciación y alza de la inflación. Si esto se sostiene durante mucho tiempo, la sociedad puede llegar al hartazgo y tender a dejar de demandar la moneda; lo cual es un camino seguro a la hiperinflación. El economista lamentó que los argentinos tengamos semejante predisposición a repetir los errores que nos llevaron a esa triste realidad a finales de los ´80.

El remedio acertado

La solución pasa por volver a las instituciones que están en nuestra Constitución Nacional y que sea el Congreso el que fije el valor del peso; el cual, en definitiva, es la contracara de su poder adquisitivo. Por ello, el Banco Central debería depender de la legislatura que, cada año, fijaría un rango de metas de inflación y le exigiría su cumplimiento. Por supuesto, esto implicaría que el INDEC pase a estar en la órbita del Congreso y se lo reestructure para contar con un organismo que mida en forma confiable la suba de precios al consumidor.

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